Hoy escribo sobre la tramoya del fin del mundo
Hoy escribo sobre la tramoya del fin del mundo
Fecha de publicación: 1 de octubre de 2023
Autor: Chris H.
Categoría: Hoy escribo
Etiquetas: Ae
Fecha de publicación: 1 de octubre de 2023
Autor: Chris H.
Categoría: Hoy escribo
Etiquetas: Ae

– Introducción –

Cuando leéis cualquier texto escrito por otro autor, ya sea relato o novela, solo estáis viendo una pequeña parte del mismo. Depende del autor elegir cuánto desea mostrar. Ya no es solo que el proceso creativo sea muchísimo más extenso que el resultado final, lo cual, por otro lado, es evidente. Podríamos poner el ejemplo de la elaboración de un delicioso plato. El cocinero no necesita darnos a conocer el proceso de elaboración para que disfrutemos de la comida, pero eso no quita que hasta el más mínimo detalle sea importante. Sin embargo, sí que hay algunos chefs que integran una explicación de dicha elaboración como parte de la experiencia. Eso puede ser interesante. Es más: puede llegar a ser fundamental.

También podría poner el ejemplo de un espectáculo de marionetas. Los espectadores no quieren ver las manos que las mueven ni a los actores que les dan voz. Pero, sin ellos, esas marionetas no tendrían vida. Insisto en que tenéis que ver esas manos y esas voces desde ambos puntos de vista: literal y metafórico. Por un lado, está el autor de la obra, esa persona de carne y hueso; y, por otro lado, la impronta del autor en la obra. Esa parte de nosotros que vive en lo que escribimos, independientemente de la persona en sí. Algo que seguirá ahí cuando nosotros ya no estemos.

Conocer a Chris Herraiz como persona es muy fácil. Solo tenéis que hablar conmigo o seguirme en redes sociales. Como es obvio, solo conoceréis una parte de mí, pero ese es un tema psicológico más complejo en el que no quiero entrar. Conocer la obra de Chris Herraiz es más sencillo aún. Compráis mis libros, leéis mi blog y listo. La dificultad llega ahora, en el paso número 3. ¿Qué hay que hacer para conocer al Chris Herraiz que vive dentro de su obra? Esto ya no depende tanto del autor como del lector. Ni siquiera afirmaría que quienes me conozcan bien tengan ventaja sobre el resto. Tampoco los que conozcan mi obra. Y es que cualquier historia narrada se compone de varias capas. Estas capas pueden ser más o menos numerosas y profundas. Tanto es así, que muchos lectores pueden llegar a pasar por alto gran parte del significado de lo que están leyendo, bien por leerlo desde un punto de vista erróneo, o bien por no saber identificar la profundidad de dichas capas. Puede haber una metáfora que no comprendamos. O, simplemente, podemos tener dudas sobre si el autor buscaba un doble sentido. No siempre será evidente. A veces, os lo digo por experiencia, al autor ni siquiera le preocupa que la mayoría del público entienda el mensaje. En cualquier caso, es algo que condiciona la obra, más allá de que el lector identifique y comprenda cada una de las capas.

En vista de todo lo mencionado, considero que puede ser interesante analizar mis propios escritos. Sentarme a vuestro lado mientras degustáis mi plato para hablaros de los ingredientes que lo componen. Arrojar las marionetas sobre la mesa y relataros esa misma historia cara a cara. Es el único modo de que el mensaje llegue intacto. Abramos este reloj para ver cómo funcionan los engranajes. Y podría poner mil metáforas más, pero creo que se entendió a la primera.

– El fin del mundo –

La historia de Ae es el mejor ejemplo para empezar a analizar esta tramoya novelesca. Perdón, se me escapó otra metáfora. A lo que iba: en el momento de escribir estas líneas, solo hay un capítulo publicado (ya que se trata, o tratará, de una extensa serie de relatos cortos), por lo que resultará mucho más sencillo de acotar y explicar que si pretendiera analizar una novela entera. Además, es un capítulo lleno de capas, junto a lo que yo denomino «trucos de magia».

Sobra decir que es imprescindible haberse leído dicho capítulo antes de entrar en materia. Os dejo el enlace a continuación, por si aún no lo habéis hecho:

MakoSedai.com/ae-emn

¿Listos? Pues empezamos.

La serie de Ae, que en un futuro espero convertir en novela, es absolutamente inclasificable. Va a surfear sobre toda etiqueta o género. Se va a reír de ello, incluso. Y este primer capítulo, «EMN», es toda una declaración de intenciones, en parte evidente, en parte encubierta.

La historia empieza con un discurso filosófico sobre la empatía. En este momento, tal y como pretendo, da la impresión de que soy yo, el autor, quien os estoy dando una charla sobre mis ideas. Sin embargo, enseguida se especifica que es algo que le está diciendo un personaje a otro. En concreto, el teniente Sergeev al mayor Kuzmin. De este modo, se consigue que, tras el prólogo, el mensaje quede en un segundo plano, mas nunca olvidado. Lo que parecía ser la base del capítulo, ahora da la impresión de no haber sido más que la presentación de Sergeev. He aquí mi primer truco de magia; que, como siempre, es un simple truco, nunca magia. El concepto «truco de magia» es un truco de magia de por sí.

Sergeev y Kuzmin bromean sobre las ideas del primero: EMN o «empatía mínima necesaria». Se aborda el tema como si fuese algo absurdo, llegando a romper la cuarta pared. Queda abandonado. Ya ha cumplido su función. Excepto porque no. Dejémoslo guardado en un cajón, pero no lo cerremos con llave.

Parece que es ahora cuando empieza la verdadera historia. Yakovlev, Antonov, Kuzmin y Sergeev son cuatro cosmonautas rusos que trabajan para la agencia espacial Roscosmos. Están de misión en la Luna. Aún tardarán varios meses en regresar a la Tierra. Son hombres de ciencia, y, como tal, este capítulo parece estar englobado en lo que consideraríamos «ciencia ficción». Como podéis atestiguar, todo el planteamiento se aleja de la fantasía. La Luna es real, Rusia es real, el oficio de astronauta es real, las naves espaciales son reales, e incluso la corporación Roscosmos es real. La nave espacial en que viajan estos cosmonautas se llama Zond 9. Detengámonos aquí. El Programa Zond existió en el pasado, como parte del Programa Espacial Soviético, cuya finalidad era obtener datos para un futuro viaje a la Luna. Podríamos decir, por lo tanto, que es una historia basada en hechos reales (la mayor mentira del cine, la televisión, la literatura y cualquier otro medio en que se presenten estas palabras). Pero he aquí el truco de magia. La última sonda soviética enviada al espacio fue la Zond 8, mientras que en el capítulo se habla de una hipotética Zond 9. ¿Qué significa esto? Estoy colocando sobre la mesa un tablero de ajedrez, cuyas reglas casi todos conocemos, pero muy pocos, si es que hay alguien, notarán que el rey blanco no es el monarca legítimo, sino un usurpador. El caballo es un caballo, sí, pero de Troya. El juego está trucado. No deja de ser un tablero de ajedrez, claro, pero, en cuanto os despistéis, la torre avanzará en diagonal. Ya he hecho las preparaciones. Era cuestión de tiempo que virase el timón hacia aguas misteriosas. Agarraos fuerte.

Alguien llama a la puerta de la nave espacial. Algo extraño de por sí. Se trata de una chica vestida con ropa de calle. En la Luna. A -20 °C. Con un aire carente de oxígeno. A tomar por culo el ajedrez. La reina se ha vuelto gigante y los ha aplastado a todos con su zapato de oro. El paso de la ciencia ficción a la fantasía da la impresión de haberse producido de forma brusca, pero el rey usurpador, el caballo de Troya y la torre que camina en diagonal pueden atestiguar lo contrario. Solo que, como lectores, hemos preferido mirar a otra parte e ignorar las evidencias. Total, es un relato, no es real. Pues, sorpresa: la ficción también debe cumplir unas reglas.

Hablemos del siguiente truco de magia. Desde el primer momento, Yakovlev, Antonov, Kuzmin y Sergeev parecían los protagonistas. Se ha hablado de los cuatro, tanto a nivel profesional como personal. Poco, pero se ha hecho. No había motivos para dudar de esta realidad. Y, como supuestos protagonistas, nos hemos preocupado por ellos, aunque sea de manera instintiva o inconsciente. Deberíamos haberlo hecho. Porque en eso consiste la EMN (empatía mínima necesaria). Sí, ese concepto que teníamos guardado en un cajón, como si ya hubiese dado todo de sí. Poneos a cubierto, porque está a punto de explotarnos en la cara.

Esto es algo que adoro hacer. He llenado un camión de prejuicios y lo he volcado en mitad de la carretera. Ahí te quedas. Esos cosmonautas rusos ya no importan. Nos centramos en la chica: Ae. Desde su aparición, la canoa de la historia se interna en unos rápidos que van a desembocar en un género diferente. Y lo hace, una vez más, de forma súbita. La seriedad se torna comedia mientras somos testigos del fin del mundo. Lo que, por otro lado, se antoja como el escenario menos propicio para hacer humor. Pero, ¿desde qué otro prisma, si no es el de la comedia retorcida, se puede comprender la escena donde Ae observa la Tierra en llamas comiéndose una bolsa de pipas y sentada en una silla que, hace unos instantes, ni siquiera estaba ahí? Con esta variación de tonalidad, no os estoy señalando cuál es el color correcto, sino mostrándoos la paleta entera. Las etiquetas son cadenas. La ciencia ficción y la fantasía pueden coexistir, así como una historia puede tomarse en serio hasta que deja de hacerlo. Del camión de prejuicios solo queda humo y ceniza.

El capítulo se titula «EMN» por algo. Presenté la teoría, la escondí bajo el sombrero y fingí haberla hecho desaparecer. ¡Tachán! Pero, en realidad, siempre ha estado presente. Los cosmonautas rusos observan, entre el llanto y la desesperación, cómo todo cuanto les importa desaparece ante sus ojos. Pero ya nadie siente lástima por ellos. Ae atrae todos los focos. El relato comienza y termina hablando de cómo actúa la empatía dependiendo del contexto y punto de vista. Al principio, de forma explícita, con un personaje expresando sus ideas ante otro. Al final, a modo de metáfora, con el autor y el lector como sujetos de pruebas.

Al mismo tiempo, este primer capítulo sirve para presentar a la auténtica protagonista, si bien no de la totalidad de relatos, sí de gran parte de estos. Una supuesta chica finlandesa con capacidades sobrehumanas, que, debido a un desliz, es probable que haya provocado el fin del mundo. También se ha insinuado, más que presentado, a otros personajes que están por encima de ella; quienes la castigan por sus actos, encerrándola en un rincón perdido del universo. A estas alturas, queda claro que «todo vale».

Pero la verdadera profundidad de ese «todo vale» solo se comprenderá con el paso de los capítulos. Tanto si os ha gustado lo que habéis leído como si no, os invito a continuar, pues, por momentos, comprobaréis que cada segmento de esta serie de relatos parece una obra distinta en sí misma.

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