Hoy vamos a hablar del rey indiscutible de los juegos de karting. Para ello, conviene ponernos en contexto.

La saga Mario Kart nació en Super Nintendo allá por 1992. Como ya sabemos, fue todo un bombazo en su día, lo que dio pie a que muchos otros lo imitaran años después. No es que Super Mario Kart inventara las carreras de karts ni los juegos de ese mismo género, pero fue quien los popularizó y sirvió de base para que muchos otros se decidieran a seguir sus pasos. Bueno: sus ruedas.

Ahora damos un salto vertiginoso, y mareante para quienes vamos teniendo una edad, hasta 2014, el año en que Mario Kart 8 aterrizó en Wii U. ¿Os habéis ubicado? Pues no os pongáis cómodos, que tenemos que avanzar otros tres años más. Fue en 2017 cuando Nintendo publicó Mario Kart 8 Deluxe, la versión mejorada del juego de Wii U, que no sólo incluye el contenido base y de pago, sino también algún que otro circuito y modo de juego extra.

Hay quien los considera dos versiones de un mismo juego, y quien los percibe como dos videojuegos diferentes. Sea cual sea vuestro caso, me veo en la obligación de especificar que este análisis se limita a Mario Kart 8 Deluxe, la versión de Switch.

¿En qué consiste?

El sector de los videojuegos ha convertido las carreras de karts en un deporte violento. Ya lo tenemos asumido. Mario, Luigi y demás pilotos tienen que competir por ser los primeros en llegar a meta… valiéndose de algo más que su pericia al volante. Caparazones, cáscaras de plátano, bolas de fuego, bumeranes… Todo vale con tal de dejar atrás a los rivales.

En el plano jugable innova lo menos posible. Muy útil eso de poder llevar dos objetos al mismo tiempo, pero poco más. Lo cierto es que tampoco lo necesita. Los compradores saben lo que van a encontrar: nada de historia, competiciones para uno o varios jugadores, modo online competitivo…

Como excepción, encontramos los diversos modos de batalla, en circuitos cerrados donde podemos competir de forma individual o por equipos. «Batalla de globos» y «Bob-ombardeo» consisten en dañar a los pilotos rivales lanzándoles objetos. «Patrulla piraña» es una especie de pilla-pilla, o de rescate, en donde un equipo debe capturar al otro. En «Batalla de monedas» vence el participante que más monedas haya reunido al concluir el tiempo fijado. Por último tenemos «Asalto al sol», donde el objetivo es coger un pequeño sol y huir con él durante veinte segundos, sin ser golpeado. En caso de recibir daño, el sol pasa a otro piloto y la cuenta se reinicia.

¿Cuáles son sus puntos fuertes?

Tan sencillo de aprender como de dominar. Es un juego pensado para todo tipo de jugadores.

La variedad de circuitos es loable. No tanto por la cantidad en sí, sino por el diseño, lo que incluye algunos circuitos basados en otros videojuegos. Me ha gustado mucho que haya alguna pista tan larga que está dividida en tres tramos, en vez de obligarnos a dar tres vueltas a todo, como suele ser habitual.

Pese a que la dificultad «normal» es un paseo, jugar en «difícil» me ha parecido muy emocionante y bien equilibrado. Aumentar la dificultad supuso un antes y un después en mi percepción del juego. También cuenta con «fácil» y «muy difícil», pero eso ya es para casos puntuales. Si queréis un reto extra, podéis probar el modo espejo, que voltea la orientación de la pista.

Su multijugador es un valor seguro. Es posible jugar en local, de forma inalámbrica o por internet con gente de todo el mundo. Y esto último funciona tan fluido y rápido como el resto de modos.

Banda sonora más que decente. Aparte de los suyos propios, han sabido adaptar muy bien los temas de otros juegos al estilo de Mario Kart 8.

Mario Circuit

Hyrule Circuit (de The Legend of Zelda)

Big Blue (de F-Zero)

¿En qué debería mejorar?

Demasiado conformista. Innova lo menos posible. Le vendría bien algo más de variedad jugable, como algún otro modo atípico que lo diferencie de los demás títulos de karting. Y un modo historia tampoco sería desdeñable.

Si hablamos de variedad, me veo en la obligación de mencionar el plantel de personajes. ¿Os imagináis un catálogo como el de Super Smash Bros Ultimate? No le exijo tanto, pero, no sé, cualquier cosa mejor que cuatro tipos diferentes de Mario y Peach, seis colores de Yoshi y toda la familia de Bowser.

Los giros y giros de algunas pistas no le hacen ningún bien. Ojo, que no digo curvas, sino giros en todas direcciones, ignorando la fuerza de la gravedad. Resulta un poco mareante y se pierde la noción del circuito.

Hay un detalle que probablemente haya pasado muy desapercibido, pero que a mí me ha hecho rechinar los dientes. Cuando el jugador llega a meta, suponiendo que lo haga de los primeros, la carrera finaliza, y todos los pilotos que van detrás quedan tal y como aparecen en ese momento. Creo que no costaba ningún esfuerzo esperar unos segundos y dejarlos competir hasta el final. Aunque sea a cámara rápida, vaya.

Valoración final

Mario Kart 8 Deluxe es el mejor juego de la saga. Eso admite pocas dudas. Más que nada, porque se basa en la recopilación y el perfeccionamiento de todo lo visto hasta ahora. Sencillo, directo, sin complicaciones. El esfuerzo justo, también. Muy divertido de jugarlo solo, y más aún de jugarlo con otra gente.

Compararlo con Crash Team Racing Nitro-Fueled me parece innecesario, pues cada título va dirigido a un público diferente. Aunque ambos ofrecen planteamientos similares, Mario Kart 8 Deluxe está más enfocado en el multijugador y en el «para todos los públicos», mientras que CTR, con su modo historia, sus retos y su mayor sensación de velocidad, resulta mucho más exigente.

Yo he tenido la suerte de disfrutar ambos. Podríamos quedarnos con eso. Pero si queréis que me moje, porque os gusta la polémica más que a un tonto un lápiz (nunca he entendido este dicho popular), lo cierto es que tengo una opinión firme al respecto: a Mario Kart 8 Deluxe le penaliza ese exagerado conformismo del que hace gala. Va a medio gas. Por su parte, Crash Team Racing Nitro-Fueled lo da todo. Y es por eso que sigo viéndolo una posición por delante de su competidor.

A todo esto, se me hace raro que el juego se titule «Mario Kart», cuando, por el personaje y vehículo que he manejado la mayor parte del tiempo, habría pegado más que se llamase «Link Moto».