Cuando escribí Zodion, la gente se sorprendió de su extensión: 630 páginas. Tampoco es que sea nada fuera de lo común, pero les llamó la atención que mi primera novela fuese tan larga (el doble que las que saqué después, por ejemplo).
Sin embargo, lo que ninguno de ellos sabía, pues quería mantenerlo como sorpresa, y que algunos han ido descubriendo tras su lectura (otros lo harán ahora), es que esas 630 páginas no eran suficientes para dar por cerrado el argumento de Zodion. Su continuación no es tan larga, pero se le acerca (570).

En mi cabeza, la primera parte llevaba el subtítulo de «Decisiones», por lo que era de cajón que el final de la historia debía titularse «Consecuencias».

No voy a contar nada del argumento, porque la intriga es uno de los pilares de esta pareja de novelas. Me limitaré a decir que la segunda parte conserva el espíritu de la primera, basado en la moralidad y forma de actuar de muchos personajes distintos enfrentándose a los mismos obstáculos.
Creo humildemente que, en su conjunto, es una historia bastante original, quizá no tanto por el planteamiento pero sí por el desarrollo… y por algunos detalles de los que no puedo hablar, porque hay que leer Zodion para entenderlo.

Zodion: Consecuencias vuelve a estar narrado desde el punto de vista de sus numerosos protagonistas, aunque hay algún cambio importante de estilo, por motivos argumentales.

A modo de curiosidad, y para que imaginéis los escenarios de forma muy parecida a como están en mi cabeza, he añadido varios mapas intercalados entre los capítulos. También los he añadido a la primera parte; no es que sea algo importante, pero quienes la compréis desde hoy los tendréis incluidos.

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