(Versión analizada: Stadia)
République ha sido todo un descubrimiento. Su parecido con la saga Metal Gear no es casual, pues la empresa desarrolladora, Camouflaj, actúa bajo la batuta de Ryan Payton, ayudante de producción en Kojima Productions durante el proceso de creación de Metal Gear Solid 4.
Aunque se trata de un juego ideado para móviles, tiempo después fue remasterizado para PlayStation 4 y PC. Es de esta última versión de la que, subido a la nube, voy a hablaros hoy.
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Historia
Hope vive en una pequeña habitación, no muy diferente a una celda, dentro de lo que aparenta ser un complejo militar de investigación. Como Pre-Cal, la chica debe seguir las instrucciones de los guardias sin rechistar, así como cumplir todas las enseñanzas del Gran Maestro Treglazov.
Entre otras muchas cosas, los Pre-Cal tienen prohibido el acceso a gran parte de la literatura universal. Según el Gran Maestro, son libros venenosos para la mente. Queda claro, por tanto, que se trata de un Estado totalitario, en el que nadie, o casi nadie, querría vivir voluntariamente.
No sorprende, en vista a lo comentado en los dos párrafos anteriores, descubrir que 390-H, la chica a la que conocemos por el sobrenombre de «Hope», no está allí por decisión propia. Nunca tuvo otra opción. Durante toda su vida se ha limitado a obedecer órdenes sin cuestionarse nada. Y, sin embargo, está a punto de meterse en un buen lío.
Al comienzo del juego, los guardias irrumpen en la habitación de Hope, acusándola de posesión de material prohibido. La disidencia se paga cara. Esta vez, la chica termina en una celda de verdad, a la espera de su sentencia.
Sin embargo, todo cambia cuando, de forma disimulada, uno de los guardias proporciona a 390-H un teléfono móvil. A través de él, Hope puede contactar con la única persona capaz de liberarla. Esa persona… eres tú.
¿En qué consiste?
République es un juego enfocado en el sigilo, sin nada de acción, más allá del uso puntual de objetos para aturdir a enemigos. Hope debe mantenerse fuera del alcance de los guardias mientras investiga los secretos de aquel complejo, ya sea avanzando en la historia o mediante la recolección de documentos.
Cuando digo que no hay «nada de acción», también incluyo a los enemigos. Y es que, si éstos descubren a Hope, no la atacan, sino que se limitan a arrestarla y llevarla de vuelta a la celda. Una tarea inútil, dado que tarda apenas un par de segundos en escapar…
Manejar a Hope es sólo una de nuestras dos tareas. Como ya expliqué (o insinué) antes, los jugadores adquirimos un rol importante en la historia, desde el otro lado del teléfono. O, bueno, al menos es ahí donde empezamos. Se supone que hemos hackeado el sistema informático del edificio, así que podemos trasladarnos entre las cámaras del complejo, siempre y cuando no nos alejemos mucho de 390-H.
Es por eso que siempre veremos el juego desde el punto de vista de la cámara electrónica. Cuando sea una cámara móvil, podremos desplazarnos o hacer zoom; si no, tendremos que conformarnos con esto último. Y así, de cámara en cámara, iremos esquivando guardias y asegurándonos de mantener oculta a Hope, a lo largo de los cinco episodios que componen este interesantísimo juego.
¿Cuáles son sus puntos fuertes?
La idea de las cámaras es original y está bien implementada. No sólo desde el punto de vista gráfico o argumental, sino también jugable: manejar a Hope y a las cámaras al mismo tiempo resulta mucho más satisfactorio de lo que parece en un primer instante.
La carga cultural de République es innegable, en especial debido a los coleccionables. Nada de moneditas y banderitas, sino novelas y videojuegos reales, acompañados por la opinión del Gran Maestro en los primeros, y de cierto personaje aliado en los últimos. Que sea el Gran Maestro quien hable de las novelas es un valor añadido, pues recordemos que se trata de material prohibido por él mismo. Treglazov va a intentar convencernos de por qué La divina comedia y demás obras míticas son basura literaria, y será tarea nuestra, sin recurrir al maniqueísmo infantil, extraer conclusiones.
Iba a añadir el doblaje a la lista de puntos fuertes, pero voy a reducirlo a la figura de un hombre capaz de eclipsar todo el juego con sus palabras: David Hayter. Dudo mucho que Hayter pueda hacer algún día un trabajo más impecable que el realizado con el personaje de Zager en République. Es más: dudo que otros pudieran encarnar a este personaje de forma tan magistral como lo ha hecho el famoso doblador de Snake. Es una lástima que se limite a cintas de audio, pues desde el principio sabemos que Zager está muerto. Pero, de verdad, no se necesita más. Cada una de las cintas es un manual de cómo hacer bien las cosas. Por el actor, claro está; porque el personaje, en cambio… tiene lo suyo.
Siempre se agradece ver juegos que tratan a los usuarios como personas inteligentes. République habla del fascismo de forma clara, concisa, sin moralinas, pero también sin pelos en la lengua. ¿Recordáis haber visto a Francisco Franco en algún otro videojuego?
La banda sonora, sin ser una maravilla, se ha sumado a mi lista de música que escuchar mientras trabajo.
Hay minijuegos muy interesantes, como el de formar noticias perniciosas sacando de contexto fragmentos de audio. Vamos, lo que hoy en día se llama «periodismo».
¿En qué debería mejorar?
Que se pueda cambiar entre cámaras tanto de forma manual como automática, en principio, es algo bueno. Sin embargo, me he encontrado en varias ocasiones con cambios automáticos indeseados, que me desorientaban o me hacían avanzar en una dirección incorrecta. Puede parecer insignificante, pero os aseguro que cuando estás al lado de un guardia… hace poquita gracia.
Para conocer los entresijos del argumento resulta imprescindible hallar los documentos ocultos. No es la forma más óptima de contar una historia.
Se puede hacer repetitivo. No es que necesite nada más, pero conviene saberlo.
Los dos últimos capítulos decaen de forma notoria. El quinto sobre todo. A destacar un puzle, no por difícil, sino porque ni siquiera sabía que lo era; ¡creía que había terminado el juego y estuve a punto de quitarlo! Os ahorro el sufrimiento: tenéis que pulsar R2 para llegar hasta los círculos amarillos. Ahora no sabéis de lo que hablo, pero ya lo comprenderéis.
Valoración final
République dista mucho de ser un juego convencional. Tampoco es lo que podríamos denominar «comercial». Si jugáis, os tocará interrumpir la partida cada dos por tres para oír documentos. Las cintas de Zager no son cortas, precisamente. Así es République. A algunos nos parece un estilo tolerable, que no óptimo, mientras que a otros puede resultarles contraproducente. Hay que tener esto muy claro, para evitar decepciones.
¿Es posible jugar a République ignorando todos los documentos y coleccionables? Sí, claro, supongo. Pero, si lo hacéis, restadle un Cactilio a la nota. Será una experiencia incompleta. Un cuerpo carente de alma. Un Metal Gear Solid carente de Kojima. Y de presupuesto.
Para mí, ha sido una de las experiencias más divertidas del pasado año. Para otros, será una medianía insulsa. Ambas opciones son válidas. Nadie tiene razón más allá de lo objetivo. Ésa es la paradoja de los análisis. Aquí no hay un Gran Maestro que nos diga qué debemos pensar.
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