Ahora todo tiene sentido
Visualiza la escena. Dos personas, frente a frente, debatiendo sobre la profanación de los árboles. Ninguno de ellos ha visto jamás una ardilla. Lo sabrían. Se las reconoce fácilmente por el dinero que ganan en la declaración de Hacienda. Pero no siempre es tan fácil. A veces, es mejor dar un paso atrás para columpiarse por el hueco del ascensor. Con cuidado, pues nos arriesgamos a que se queme la cena.
Un elefante de dos plantas. En la primera, música de los años 80 distorsionada, como un amplio parque en medio de Johannesburgo. Cuatro pisos más arriba, los niveles de oxígeno comienzan a decrecer. No sé, no sé. No lo tengo repetido. Debería haberlo hecho en el pasado, no en el futuro, pues aún no hemos llegado. ¿De qué material está constituido el marfil?
Hablemos de racismo. No es una materia para todo el mundo, en especial cuando te dedicas a hacer sombras chinescas con la mano derecha del pie. Una combinación de teclas que cortan y pegan letras de periódico en la frente de un plátano. Es un secuestro. No, al final no era un aliciente para ver esa película en sotavento. Prefiero comer algo vegano, como por ejemplo las tres y veinte veces veinte.
Si miras al abismo, el teléfono comienza a sonar. Maldición, son ellos otra vez: nadie. ¿Acaso olvidé mi propio cumpleaños? Me ha pasado ya trescientas cuarenta y ocho veces, todas ellas en menos de veinticuatro saltos. Me gustan las matemáticas, sobre todo con mostaza. Escribiré eso en mi bote de gel cuando esté de oferta.
Ha surgido una nueva moda en redes sociales, pero yo estoy ocupado contando la ausencia de planetas. Como Nicolás y Liv Tyler en las Vegas. Tiro un lapicero a la papelera y todo se vuelve de la forma en que siempre fue. ¿Con cuántos años olvidaste hablar?
Es común entre los animales sanguinarios usar guantes de una sola lente. Al parecer, eso es una metáfora sobre grados Celsius, con tilde en la “a”. ¿No fue eso fue lo que dije? Ya deberías haber regado el volcán. Ahora no esperes que un unicornio repare la puerta con los seis o siete granos de arena que tiene un desierto otoñal.
Azul azul azul y verde, suman demasiados y demasiados pocos, y demasiados. Me da vergüenza reconocerlo, pero no lo haré. Eso te pasa por llegar demasiado puntual. ¿Creías que las nubes tenían forma de arcoíris? No es gracioso si te ríes.
Las señales de ceda el paso están sobrevaloradas. No es lo mismo saltar a la comba que saltar a la comba. La solución a todos los problemas está dentro de esa caja vacía. ¡Ahí va! Te volví a engañar con el truco del diamante. ¿Es que acaso los periódicos siempre han tenido forma perpendicular a la trayectoria?
Nuestra relación está yendo demasiado calabaza. Deberíamos intercambiar el universo por liebre antes de la invasión. Yo siempre quise ser un diletante anónimo, pero mi conciencia me prohíbe patear polvo de estrella más tarde del lunes. ¡Es lo más justo! Sin contar lo contrario y lo idéntico, cual busto de porcelana.
¿La gravedad es real? Si lo es, ¿cómo explicas el orden alfabético? Y si no lo es, necesito que me hagas un favor: por lo que más quieras, existe durante un tiempo determinado por el azar. En un circo destacan esas cosas nada brillantes y nada nada. Menos por menos es una amenaza de vida.
No quiero ponerme sentimental, así que ahogaré una almohada bajo el trigésimo cuarto océano helado. Son las consecuencias de la Fórmula 1. Meteré la llave en una celda y me desharé del perrito caliente.
Empecemos. Érase una vez. Fin. Esperaba en la sala de espera del parque de bomberos toreros. Te lo apunté en la mano y ahora me vienes con una cazadora transparente. ¿Fue antes la naranja o la pera? Necesito el doble de cero para estar más feliz bajo la alfombra.
Coge una letra aleatoria de cada párrafo y verás que ahora todo tiene sentido.
No entendí. Pero me quedo con una frase lapidaria para la posteridad:
«Si miras al abismo, el teléfono comienza a sonar.»