Mictlan.tv fue mi tercera novela. Menos sesuda y psicológica que las anteriores, tan (o más) oscura como ellas; lo cual es mucho; y, desde luego, mucho más cruda. Violenta, mas no explícita. Se desarrolla en una «aldea prisión» con unas reglas un tanto especiales, pensadas para contentar a los espectadores. Sí: espectadores. Los presos no son más que actores en una obra sangrienta. Una en la que, cuando baja el telón, no vuelve a subir jamás. Lo único que importa es que el público salga de la sala con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Como todo lo que escribí en mi primera etapa de escritor, ha envejecido regular. Estaba muy contento con la historia, tanto en planteamiento como en desarrollo, pero el ritmo narrativo era algo atropellado, irregular, incómodo de leer por momentos. Lo que haría un escritor en proceso de aprendizaje, vaya. Llevaba parte de mi firma, pero le quedaba el toque final. No sonaba todo lo natural que debería. Y luego está la cuestión de las normas de estilo. Motivos más que de sobra para reescribir la novela entera. Como ya dije en los remakes de Zodion y Terrakalank, la intención no es, simplemente, mejorar o pulir la narración, sino dar el salto de aficionado a profesional. Considero que esa es la diferencia entre la versión original y el remake de Mictlan.tv.
Pese a que ha aumentado la extensión en diez páginas, de 244 a 254, sigue siendo una novela más bien corta. De ahí que esté a la venta a un precio ridículo. Además, podéis leerla gratis si tenéis el servicio Kindle Unlimited en Amazon. Lo que para vosotros es un pequeño gesto, os aseguro que significa mucho para mí.
Si cruzáis las puertas del Mictlán, debéis saber que al otro lado no encontraréis una historia de héroes y villanos. Aunque algunos personajes reciban más atención que otros, ni siquiera hay protagonistas definidos. Lo que se oculta tras los muros de esta gigantesca prisión son personas amables o agresivas, personas en pos de la redención o del beneficio personal, personas acosadas por sus fantasmas del pasado o carentes de remordimientos… En definitiva: seres humanos. Hombres y mujeres en busca de lo único que realmente importa: sobrevivir un día más.
0 comentarios