Uno de mis mayores miedos, desde que me dedico exclusivamente a la escritura, es sufrir una lesión incapacitante para el desarrollo de mis obligaciones. Como persona deportista, ahora solo por afición, antes también en competición, estoy más que habituado a torceduras, esguinces e incluso roturas. Mis manos han sufrido mucho. He llevado vendas, férulas y escayolas, y he vivido con ello de la mejor forma posible. Qué remedio, ¿no? Pero, ahora mismo, no me lo puedo permitir. Una lesión en la mano me afectaría de tal manera que… Bueno, voy a usar la conjugación correcta. Una lesión en la mano me ha afectado de tal manera que he tenido que aplazar varios proyectos. Porque no es lo mismo estar lesionado cuatro días que cuatro meses. Y menos si es una lesión que afecta a trabajo, ejercicio, ocio…
No quiero aburriros con una retahíla de obviedades. El objetivo de esta sección es mostraros mi perspectiva del mundo de la escritura, no hablar de situaciones comunes. Todos, incluso quienes no las hayáis sufrido, sois perfectamente conocedores del potencial impacto negativo de las lesiones físicas en los distintos empleos o aficiones. Hasta un niño pequeño sabe de qué hablamos. Habría que ser un bebé o un inglés cerca de un balcón para no imaginárselo.
Lo que quiero compartir con vosotros no son claves sobre cómo actuar en una situación así, ni un resumen de cómo han sido mis últimos cuatro meses, sino daros a conocer esos pensamientos que me asaltan en la ducha o en la cama; no porque considere que son los momentos más apropiados para analizar mi situación vital, sino porque así lo decide mi mente. Cosas de humanos, supongo.
No poder escribir, o hacerlo con gran dificultad, me ha hecho redescubrir cuánto me gusta esta rama artística. No es que lo hubiese olvidado, pero me ha ayudado a confirmarlo. También me ha mostrado cuánto lo necesito. Qué narices: lo necesito, sin cursiva. No es una forma de hablar. Es parte de la preservación de mi salud mental. No solo soy feliz al escribir; soy infeliz al no escribir. Hasta hace dos días, como quien dice, ni siquiera se daba importancia a la salud mental, y ahora estoy convencido de que una lesión en el dedo pulgar de la mano izquierda me ha causado más ansiedad que dolor físico. Y me ha causado bastante dolor físico, os lo aseguro.
Quiero puntualizar algo, tal vez obvio: en realidad, sí he podido seguir escribiendo. Lo estoy haciendo ahora, vaya. Hasta hace poco, me he tenido que conformar con escribir a una sola mano y la ayuda de un (bendito) programa de dictado de voz. De hecho, en estos cuatro meses he escrito tres guías argumentales, de principio a fin, por lo que no podría afirmar que haya estado perdiendo el tiempo. El problema es que, para no renunciar a mi trabajo, he tenido que renunciar a muchas otras cosas. Tardo el doble escribiendo sin usar ambas manos, por lo que no he podido publicar entradas como esta, o mis queridos relatos cortos, más allá de los que tenía terminados antes de la lesión. Las guías argumentales son libros, pero no son literatura desde un punto de vista artístico. No es escritura creativa. Son un complemento para los videojuegos en los que se basan, los cuales sí son arte, pero en una rama distinta a la mía. Soy un enamorado de los videojuegos, y he jugado a los suficientes como para considerarme todo un experto, pero hablar y escribir sobre ellos no me llena tanto como el propio hecho de crear mis propios mundos y personajes. En condiciones normales, no tengo que elegir. Por culpa de la lesión, y no menos del capitalismo intrínseco de nuestra sociedad, me he visto obligado a renunciar a mi mayor pasión para seguir ganando dinero. Por suerte, eso sí, mi trabajo es mi segunda mayor pasión. Me quejo, pero con la boca pequeña.
Esto que voy a decir ahora puede parecer contradictorio, tanto en sí mismo como con todo lo expuesto anteriormente, pero la circunstancia de no poder escribir durante tanto tiempo me ha hecho darme cuenta de que la mayor dificultad de dedicarse a la escritura es, al mismo tiempo, una de sus mayores ventajas. Me explico. Mis libros, como casi todos, están pensados para venderse a largo plazo. El primer mes, si acaso (y no siempre ocurre), debo conformarme con recuperar la inversión económica. Para sacar rendimiento a todas las horas dedicadas, el verdadero reto, debo esperar años. ¡Años! Ese «tiempo de espera» no lo paso en hibernación; tengo que seguir viviendo. Mi forma de contrarrestarlo es escribiendo muchos libros. Tener casi setenta libros publicados implica que, cada mes, aspiro a vender pocas unidades de cada uno, pero multiplicadas por setenta. Vender cinco unidades de cada libro, teniendo setenta publicados, significaría vender trescientos cincuenta ejemplares en un solo mes. Una pasada. Y ¿qué conclusiones saco de esto? Que publicar un libro puede darme bastante dinero a largo plazo, pero nunca a corto plazo. A la larga, podría hacerme ganar más de mil euros, simplemente con que cada mes me hiciera ganar diez. Y ahora voy a darle la vuelta a este razonamiento. Si en el tiempo que pensaba escribir cuatro guías argumentales, solo me diera tiempo a escribir tres, puede que estuviera perdiendo mil euros a muy largo plazo, pero solo estaría perdiendo, digamos, diez euros al mes. No es una cantidad desdeñable, pero creo que es un precio justo a pagar a cambio de la tranquilidad de saber que no voy a arruinarme por ello. Podría sacrificarlos. No es que quiera hacerlo, y no lo haré mientras pueda evitarlo, pero es una certeza tranquilizadora. Podría, por ejemplo, si la lesión se mantiene en el tiempo o empeora, destinar algo de tiempo de trabajo a escribir un par de relatos.
En cualquier caso, estar lesionado de la mano no es una situación deseable. No me causa indiferencia haber tenido el blog aparentemente abandonado durante un mes entero. Si no se puede, no se puede. Pero prefiero poder. Al menos, ya he aprendido de la experiencia. Esta era una situación nueva para mí, y me he visto superado por momentos. Si vuelve a ocurrir, estaré mejor preparado, tanto en técnica como en mentalidad. Y, de paso, no estaría mal tener siempre varios artículos preparados con antelación, en vez de ir mes a mes. Aún tengo mucho en lo que pensar. No quiero renunciar a nada más.
Hey, bienvenido de vuelta Chris, ha sido una entrada interesante!
En primer lugar, como soy un poquito pedante, diré que para mi toda escritura es creativa, y no veo el trasladar una historia del videojuego al texto escrito como una excepción. Al igual que pasa con las traducciones, el lector está experimentando la historia a través de tu interpretación, por mucho que intentes ser invisible en el texto.
Tonterías aparte, por curiosidad, ¿alguna vez te has planteado tener «artículos de invitados» escritos por otras personas? Parece una buena forma de mantener el blog semiactivo en épocas donde no puedas dedicarle lo que se merece. Pero sobretodo, por mi experiencia muchos de mis sitios favoritos de internet los he encontrado por este tipo de «colaboraciones» con gente que ya conocía de antemano.
Creo que no tendría mucho sentido buscar «rellenar huecos» pidiendo a otras personas que escribieran algo para mí. Del mismo modo, si no puedo escribir libros a la misma velocidad que cuando estoy sano, tampoco me parecería correcto buscar ayuda para cumplir plazos. Más que nada porque no tengo plazos, más allá de los que me autoimpongo; del mismo modo que no siento la necesidad de publicar un mínimo de entradas al mes. Esto no deja de ser un espacio personal, que refleja mi realidad, para bien y para mal.
Dicho esto, no tendría inconveniente en permitir una colaboración externa, por petición de esa propia persona, siempre y cuando no sea contenido promocional y esté relacionado con la temática de Mako Sedai.
Te acepto lo de que una guía argumental tiene su parte de escritura creativa, porque no me limito a narrar la historia, sino que tiene, y cada vez más, un gran componente de mi toque personal, tanto en explicaciones como en comentarios humorísticos. Eso de que trato de ser invisible no siempre es así. Pero te aseguro que no sirve para calmar el ansia de escribir. Es bonito jugar con las creaciones de otros, pero yo también necesito crear.
Si no tuviese ideas, no me obsesionaría con ello (supongo). Podría dedicar el blog únicamente a promocionar la publicación de guías argumentales, y alguna que otra entrada suelta puntual. Pero el «problema» es que tengo muchísimas ideas, y muchísimos textos a medio escribir, que necesito sacarme de la cabeza. A ver si me recupero de una maldita vez y puedo retomar mis proyectos…