Querido amigo, familiar o conocido: no me estás haciendo un favor comprándome un libro.
Tómate el tiempo que necesites para asimilarlo. Sé que puede resultar chocante. Sé que lo haces con tus mejores intenciones, y te aseguro que el agradecimiento que recibes de mi parte es sincero. ¡Por supuesto que lo es! El mismo agradecimiento que te dará (o debería) el panadero de tu barrio cuando compras una baguette. Es simple educación. Sincera, insisto, no forzada. Pero ya.
¿Cuánto crees que afecta a mi trabajo, a mi vida, que me compres un libro? Seguro que, en tu humildad, dirás que «muy poco». Pero lo cierto es que exageras. La realidad es que «nada». Tanto, como que me regales una moneda de 2 € o me invites a una botella de agua cuando tomemos algo en un bar. Es como esa limosna que le das al pobre hombre que pide en la calle para sentirte bien contigo mismo. Es un buen gesto. Quizá, hasta él también pueda comprarse una baguette y recibir su pequeña dosis de agradecimiento. Repito: pero ya.
En realidad, si tu única intención es hacerme ganar un par de euros, es mejor que me compres los libros en formato digital o te suscribas a mi perfil de Patreon. La comisión que se van a llevar terceras personas por tu acto de generosidad será muy inferior (o nula, si ese libro digital me lo compras a mí directamente). Estarás apoyándome del mismo modo, aunque sin caretas ni medias tintas. Me harás ganar más con menos. Y yo te lo agradeceré exactamente igual.
Ahora bien, ¿realmente quieres ayudarme en mi trabajo? Mira qué fácil: lee el puñetero libro. Eso es todo lo que tienes que hacer. Es lo que marca la diferencia. Es donde muestras consideración. Dime, si quieres, qué es lo que más te ha gustado, qué personaje es tu favorito y qué momento te ha resultado más sorprendente. Hazme saber que lo que he escrito ha llegado a alguien. Ni siquiera es obligatorio que te enamore lo que has leído; basta con que lo hayas hecho.
¡Si te gusta, pon valoraciones positivas! ¡Ayuda muchísimo!
¿No lo puedes (o quieres) leer? Compártelo. Muéstraselo a los demás, no a mí. Yo ya lo conozco. Te aseguro que me lo he leído varias veces.
En todos los casos ganaré el mismo dinero, sí. Y en todos los casos te daré las gracias por tu buen gesto. Por tenerme en cuenta. Por preocuparte por mí. Pero, querido amigo, familiar o conocido: si no te lo vas a leer, prefiero que te ahorres hablarme de tu compra. Al fin y al cabo, el favor te lo estás haciendo a ti mismo, a tu ego, y no a mí. Eso sí: gracias igualmente. A la próxima baguette invito yo.
Esta entrada me produce opiniones contradictorias.
Por un lado, tienes toda la razón del mundo. No hace falta más que una neurona para saber que tu negocio funcionará si suficiente gente conoce los libros y verdaderamente quiere leerlos, y que una venta por cortesía no va a cambiar nada. Es. como tú dices, «dinero para el pan». Así que, si, cualquier persona que piense que te está haciendo un favor comprando una copia, o lo haga solo por sentirse bien consigo misma, se merece una patada en los dientes.
Pero por otra parte… creo que esta entrada subestima el poder de invitarse a una buena baguette entre amigos. No porque creas que le estás haciendo un favor a tu colega, que le viene bien la baguette, sino como un gesto que sirva como canal para comunicar el mensaje de «apruebo que estés persiguiendo tus metas, y te brindo mi apoyo (emocional)». Y eso si puede tomar la forma de comprar un libro, incluso si la persona haciendo el gesto no lee ese tipo de libros (o no lee, en general) o no tiene personas a las que compartírselo que podrían estar interesadas. Un poco como cuando pagas la cuenta del bar por tu cumpleaños, aunque estuvierais las mismas personas en el mismo lugar la semana anterior, y seguramente vayáis a estarlo la siguiente.
Supongo que con todo este desvarío quiero decir que, el contexto importa.
Fíjate que el ejemplo que has puesto no contradice el mensaje del artículo. Invitar es un buen gesto, y, como tal, recibe su sentido agradecimiento; pero no estás ayudando a nadie. Si solo quieres tener un buen gesto, claro que está bien comprar el libro. E incluso apoyar emocionalmente sin necesidad de comprar nada. O dar un «me gusta». Por desgracia, no se puede vivir de buenos gestos.