Capítulo 1 – Cristales Oscuros
La historia de Stranger of Paradise se inicia con Jack, Jed y Ash luchando contra un monstruo dragontino de múltiples cabezas, llamada (sí, en femenino) Tiamant. Jack esgrime un gran espadón. Jed, dos espadas gemelas. Ash, por su parte, lucha con los puños.
El combate concluye cuando Jack cristaliza a una debilitada Tiamant y la destruye en innumerables fragmentos.
—¿Hemos ganado? —pregunta Jed.
—Yo diría que sí —asiente Ash.
—Pues no tengo esa sensación —replica Jack.
Los tres perciben la esencia de Tiamant ante ellos, como si estuviese a punto de volver a manifestarse…
Pero dejemos este asunto para más adelante. Por ahora, retrocedamos en el tiempo para descubrir cómo han acabado en esta situación.
Jack acaba de llegar a la ciudad de Cornelia, un lugar lleno de vida y presidido por un imponente castillo. En la entrada de la ciudad conoce a quienes pronto se convertirán en sus compañeros inseparables: el ágil Jed y el musculoso Ash. Ambos han sido guiados hasta Jack por unos objetos brillantes que portan.
—Tiene que ser él —dice Jed—. Los Cristales no mienten.
—Tú también llevas uno, ¿no? —pregunta Ash a Jack.
Este les muestra su propio Cristal. El brillo que desprenden, en cualquier caso, es más bien oscuro; nada que ver con los Cristales de los protagonistas de Final Fantasy I, juego con el que Stranger of Paradise está estrechamente emparentado.
—He venido a matar a Caos —dice Jack—. Es mi misión.
—También la mía —asegura Jed.
—Pues ya somos tres —concluye Ash.
Jack, Jed y Ash consiguen una audiencia con el rey de Cornelia, un hombre de mediana edad, de nombre desconocido para nosotros, a quien solicitan ayuda para erradicar a Caos. El monarca quiere ponerlos a prueba para ver si realmente son guerreros aptos de llevar a cabo semejante empresa. Durante las semanas siguientes, el trío se dedica a derrotar a demonios infames, con lo que no tardan en ganarse la aprobación de los altos cargos de Cornelia.
La escena se traslada a un gran barco, con los tres guerreros descansando sobre la cubierta. Jed no puede evitar fijarse en un corte que Jack tiene en el mentón.
—¿Quieres algo para las heridas?
—Es solo un rasguño. Nada que no se arregle con un poco de saliva. ¿Cuándo vamos a enfrentarnos a Caos? Estoy harto de tanta alimaña.
—Ya hemos despachado a casi todo lo que se movía.
Ash se une a ellos.
—Es hora de regresar a Cornelia y hablar con el rey.
—Y que esta vez responda a las preguntas —sentencia Jack.
«Un manto de Oscuridad cubre el mundo… Los vientos cesan… Los mares se estancan… La tierra se pudre… Pero la gente espera que se cumpla una profecía. “Cuando reine la Oscuridad en el mundo, llegarán los cuatro Guerreros de la Luz”».
El rey de Cornelia y el ministro Lagone reciben a Jack, Ash y Jed en el salón del trono. También los acompañan la reina Jayne y la princesa Mia, ambas solo como oyentes. Los reyes tienen otra hija, Sara, la hermana mayor de Mia, pero no está presente en estos momentos.
—Hay que reconocer vuestro talento —dice Lagone—. Habéis conseguido acabar con tres de esas aberraciones, ni más ni menos. Lo que no cuadra es vuestro número.
—«Cuando reine la Oscuridad en el mundo, llegarán los cuatro Guerreros de la Luz» —recita Ash.
Es decir, que se supone que serían cuatro, pero ellos son solo tres. Matemáticas simples. ¿Quizá la profecía no sea del todo exacta?
—La luz que despiden vuestros Cristales tampoco brilla como esperaba —añade Lagone.
—Razón no te falta —reconoce Jed—. Pero lo importante es que han aparecido los guerreros que necesitáis, ¿no? ¿Cómo, si no, vais a derrotar a Caos?
—Con el debido respeto —dice Ash—, no hace falta ser tan quisquillosos.
El rey asiente. Parece conforme con aquellas explicaciones.
—Guerreros de los Cristales Oscuros, despejadme una duda: ¿qué os lleva a querer arrojaros al peligro con tanta premura?
—Mi deseo de acabar con Caos —responde Jack—. He de matarlo. Y no por cosas como la esperanza de un futuro mejor o cumplir los sueños… Es más por hambre. Por sed. Una necesidad casi instintiva.
—Oh… De acuerdo, pues. Ministro Lagone, trae la llave del templo.
—Como ordenéis, majestad.
—Jack, Ash, Jed —sigue el rey—. El futuro de Cornelia está en vuestras manos. No nos falléis.
—Os daré la llave por la mañana —les informa el ministro—. Tomaos vuestro tiempo para ultimar los preparativos. Nos veremos en las puertas de la ciudad.
Tras abandonar el castillo, los tres guerreros de los Cristales Oscuros llegan a la plaza de Cornelia. Allí hay toda una multitud congregada alrededor de una joven muchacha de largos cabellos dorados, que está tocando un laúd tan blanco como su vestido. Es la princesa Sara.
—La gente la adora —dice Ash.
—Es como una flor que crece en medio del caos —añade Jed.
Al verlos allí plantados, Sara corre a su encuentro. En concreto, al de Jack. Este, no obstante, no se muestra demasiado ilusionado.
—Venga, Jack. —Ash le da una palmada en el hombro—. Que sonreír es gratis.
—¡Habéis vuelto, Jack! —exclama Sara al llegar a su lado—. Y con más heridas…
—Se curarán en nada —responde Jed—. Jack tiene una medicina de primera.
Es una referencia a cuando Jack dijo que podía curarse el corte del mentón solo con saliva. Sara, por supuesto, no ha pillado el chiste.
—¡Qué bien! Si no es mucha molestia, ¿os importaría compartir esa medicina con los soldados del castillo? —Sara se da cuenta, entonces, de que Jed se está partiendo de risa—. Ah, no existe tal medicina, ¿verdad?
—¿En qué podemos ayudaros, princesa? —pregunta Jack.
—Tengo un favor que pediros. Y como pronto partiréis para luchar contra Caos, es ahora o nunca.
—¿Un favor?
—Dos, en realidad. Un caballero partió en pos de derrotar a Caos, pero jamás regresó. Se llama Garland. Os ruego que vayáis a buscarlo.
—No tenemos tiempo para hacer de rescatadores.
—Os entiendo, pero tenedlo en cuenta por si se diera la ocasión…
—¿Cómo es ese Garland? —pregunta Jed.
—Siempre viste una armadura excepcional, pero su yelmo es el fruto de toda pesadilla. Su voz es muy dulce, aunque es de constitución muy grande.
—¿Cuánto hace que se fue? —pregunta Ash.
—Habrán pasado ya diez años, aunque parece que fue ayer… Nadie me cree. Ni el ministro, ni mi padre. Dicen que jamás existió un caballero con el nombre de «Garland».
—Como deseéis, princesa —dice Jack—. Veremos qué podemos hacer con el tal Garland.
—¡Gracias, Jack! Ah, me queda el otro favor. Volved pronto sanos y salvos. Que el Cristal os bendiga y cuide de vosotros.
La princesa Sara regresa al castillo.
—Mi Cristal acaba de vibrar —observa Ash, sorprendido.
—El mío también —asegura Jed—. Qué raro.
—No le deis más vueltas —sentencia Jack—. Hay asuntos más importantes. Salimos mañana, nos conviene descansar.
Capítulo 2 – Templo del Caos
A la mañana siguiente, Jack, Ash y Jed se reúnen con el ministro Lagone.
—Los rumores de vuestra partida pronto correrán como la pólvora. De vuestro éxito depende también la credibilidad del rey. Tenedlo muy en cuenta. El Templo del Caos se encuentra al noroeste de Cornelia. Que el Cristal os bendiga en vuestra travesía.
Lagone les entrega la llave mágica que abre las puertas del Templo del Caos. Se trata de un edificio gigantesco; el cual, según afirman algunos investigadores, apareció de la nada tiempo atrás. Si habéis jugado a Final Fantasy I, podréis ver la relación entre ambas historias. Prefiero no spoilear lo que no se cuente de forma explícita, así que lo dejo ahí.
Como era de esperar, el Templo del Caos está plagado de monstruos. Su destino es la torre más alta, ya que es el lugar más probable donde encontrar a la criatura que buscan. En el piso superior de la torre se topan con un caballero que porta una armadura pesada y un casco con cuernos a los lados, sentado en un trono.
—¿Eres Caos? —pregunta Jack.
El caballero se pone en pie.
—Ahora soy solo un mero esbozo de lo que algún día llegaré a ser… ¿A quiénes debo el honor?
—Somos quienes darán muerte a Caos.
—Los Guerreros de la Luz —añade Jed—. Ya sabes, los de la profecía. Espera, ¡¿este no es el Garland ese que mencionó la princesa Sara?!
—Yerras —replica el caballero—. ¡Soy aquel destinado a ser Caos!
Los cuatro se miden en combate. Enseguida queda claro que se trata de un rival formidable.
—¿Cómo puede haber una persona tan fuerte? —se pregunta Jed.
—Así afecta la Oscuridad a los humanos —responde Jack—. Ya tendremos tiempo de interrogarlo luego.
Ash, Jed y Jack derrotan al caballero. Entonces, su armadura y su casco se transforman en energía oscura y desaparecen, revelando a la persona que había dentro. Al contrario de lo que parecía, tanto por su voz como por su forma de referirse a sí mismo, no se trata de un hombre, sino de una chica joven, de tan solo dieciocho años. La susodicha apunta su espada hacia ellos.
—Mi Cristal vibra ante ella —dice Jack.
—Tienes razón —responde Ash.
—El mío se está volviendo loco —añade Jed.
Los tres observan sus respectivos Cristales. La chica, sorprendida, pierde de golpe todo su interés en luchar.
—Soy Neon. Me gustaría decir que soy Caos, pero… estaría mintiendo.
Neon posee su propio Cristal Oscuro, idéntico al de aquellos tres hombres.
—Parece que tienes mucho que contarnos —dice Jed.
—Mis camaradas y yo iniciamos un viaje para derrotar a Caos. El viaje se volvió infernal, y fui perdiéndolos uno a uno. Entonces, caí en la cuenta… Aquel a quien llamamos «Caos» no es hombre ni bestia. Es una mera fantasía; los demonios, la Oscuridad y la desesperación que corroen el corazón de la gente. Es fácil culpar de todo a Caos. La gente cree que el mundo podrá salvarse si lo derrotamos. Es la esperanza a la que todos se aferran. Por eso decidí entregar mi cuerpo a la Oscuridad, convertirme en Caos y esperar a que acabaran conmigo para poner fin a la fantasía.
—Menuda chorrada —replica Jack—. Puedo sentirlo. Aún sigue aquí —dice mientras se señala el corazón—. Voy a seguir buscándolo hasta que aparezca.
—Yo también quiero ir —responde Neon—. «Cuando reine la Oscuridad en el mundo, llegarán los cuatro Guerreros de la Luz». Conmigo ya sois cuatro.
—No necesitamos a alguien que niega la existencia de Caos.
—Pues llévame ante él, venga. Tendrás mi respeto y una disculpa.
—Hecho.
Jack y Neon chocan los puños. Ash y Jed se unen al gesto.
Curiosidad: Ya que os he dicho la edad de Neon (dieciocho), lo suyo es que os diga también la de los varones. Jack tiene treinta y dos años, Ash tiene veintiocho y Jed tiene veintiséis.
Sin nada más que hacer en el Templo del Caos, los cuatro ponen rumbo a Cornelia. Por el camino, tienen tiempo de hablar.
—Oye, Neon —dice Ash—. ¿Te suena un caballero llamado Garland?
—Hmm… No.
—Te confundí con él al verte —reconoce Jed—. La armadura y el yelmo coinciden con la descripción que nos dieron.
—Solo recuerdo haber cedido ante la Oscuridad para convertirme en Caos. Después de eso…, nada.
Cuando llegan a la ciudad, Neon se detiene, impresionada.
—Guau… Me había olvidado por completo de cómo era Cornelia…
—¿A ti también se te olvidan las cosas? —pregunta Jed.
—¿Eh? Supongo que sí…
—A nosotros también nos pasa.
—Será el precio a pagar por tanta destreza en la batalla —concluye Neon.
—El olvido es una bendición —dice Jack—. Las ataduras mundanas no hacen más que obstaculizarnos ante Caos.
—¿«Bendición»? —responde Neon—. ¿De quién? Alguien debe de estar detrás de todo esto.
—A saber. Se me ha olvidado.
No es muy hablador, este Jack.
—Oye, Neon —dice Jed—. ¿Cuándo llegaste tú aquí?
—Pues… deben de haber pasado unos diez años. Aunque parece que fue ayer.
Voy a intentar no adelantar nada que se explique más adelante, para mantener el flujo narrativo, pero, tras esta conversación, podemos intuir que ninguno de los cuatro pertenece a ese lugar. Tal vez, ni siquiera a ese mundo. De hecho, su ropa básica, salvo que la cambiemos por las armaduras y demás prendas que encontramos en las mazmorras o fabricamos en la herrería, parece bastante más moderna que el estilo medieval de Cornelia. Neon lleva zapatillas de deporte, por poner un ejemplo. Bueno, y Jack tiene teléfono móvil y auriculares inalámbricos con música… ¿Qué más pistas necesitamos?
Por cierto, si los auriculares de Jack fuesen por cable sería más gracioso aún, dado que el nombre de esos conectores es… En fin, dejo que completéis el chiste vosotros.
Capítulo 3 – Guerreros de la Luz
Jack, Jed, Ash y Neon explican lo sucedido al rey de Cornelia y al ministro Lagone.
—Entonces —dice este último—, el trono de Caos estaba vacío… ¿O será que el miedo os hizo volver antes de tiempo?
Jack le dedica una mirada de pocos amigos que hace recular a Lagone.
—Y tú, Neon —dice el rey—, ¿también portas un Cristal?
La chica se lo muestra.
—Creo que ya lo habíais visto antes…
—Así que sois cuatro, cada uno con vuestro Cristal…
—Negros como la noche —puntualiza Jack—, pero sí.
—¡Por fin, los cuatro Guerreros de la Luz, reunidos! —celebra el monarca—. No cabe duda de que sois aquellos de los que habla la profecía. Deberíais escucharla completa.
—Ah, ¿que había más? —murmura Jack.
—«Cuando reine la Oscuridad en el mundo, llegarán los cuatro Guerreros de la Luz. Ellos desterrarán las tinieblas y dotarán de nuevo de resplandor a los cuatro Cristales». —Esto es importante: no se refiere a los Cristales que Jack y compañía llevan encima—. Son cuatro los Cristales de la leyenda: el del Fuego, el de la Tierra, el del Viento y el del Agua. Al quedar cubiertos por la Oscuridad, el fuego se desató, los vientos cesaron, los mares se agitaron y la tierra se pudrió. El caos apresó el corazón de la gente, engullendo su luz.
—Vale —lo interrumpe Jack—, entonces, ¿queréis que restauremos el brillo de los Cristales?
—Así es. ¿Cumpliréis con este cometido?
—¿Y qué pasa con Caos?
—Cuando le devolváis la luz a los Cristales, podréis decir con orgullo que habéis derrocado a Caos.
—¿Qué estáis diciendo? —protesta Jack—. ¿Que Caos no existe?
El rey asiente con la cabeza.
—El de Caos es un relato antiguo contado durante generaciones para alimentar la llama de la esperanza. Un demonio cuya derrota nos traería la paz. No lo hallaréis en ninguna parte. Pero aquí yacen las simientes de una nueva esperanza. Aquella que podemos depositar en vosotros. Jack, Ash, Jed, Neon, liberad al mundo de las garras de la Oscuridad.
—Vuestra tarea es encontrar los Cristales y restaurarlos —añade Lagone—. Dirigíos a Pravoca por el puente del norte y hacedle una visita al gobernador Sonne.
Como os adelantaba antes, porque el juego no es muy específico al respecto, los Cristales que deben buscar nada tienen que ver con esos Cristales Oscuros que portan los protagonistas. Los Cristales del Fuego, de la Tierra, del Viento y del Agua controlan los elementos del mundo, mientras que los Cristales Oscuros aún no queda muy claro para qué sirven. Lo que han podido comprobar es que resuenan entre sí. Y, por algún motivo, también en presencia de la princesa Sara.
—¿Dónde está Pravoca? —pregunta Jack.
—Es una ciudad costera —responde Lagone—. Se encargan de buscar los Cristales con la ayuda del rey, y deben informarle de cualquier nueva.
Antes de abandonar el castillo, el grupo tiene ocasión de charlar con la princesa Sara.
—No vimos a nadie parecido a Garland en el Templo del Caos —informa Jack.
Tal vez debería haber mencionado la armadura que portaba Neon, pero prefiere no hacerlo.
—Entiendo… —responde Sara, apenada.
—Aunque eso podría significar que se encuentra a salvo en otro sitio —dice Ash, más optimista.
—Espero que tengáis razón.
—Con el debido respeto, alteza… —dice Jed—. ¿Cuál es vuestra relación con el caballero Garland?
—Yo… Eh…
—¡Aaaah! Ya entiendo.
Tema zanjado. Es evidente que siente algo por él.
—Os deseo la mejor de las suertes —dice Sara—, y que el Cristal os colme con su bendición.
«Y así comenzó su travesía. Los Guerreros de la Luz estaban desconcertados por la gran misión y el tormentoso destino que los aguardaba, sin ser del todo conscientes del poder de los cuatro Cristales que llevaban en sus manos… Esos mismos Cristales que antaño habían brillado con tanto fulgor. La hora de partir había llegado… Era el momento de descorrer el manto de Oscuridad para que la Luz volviera a iluminar el mundo».
Enlaces:
– Parte 1: capítulos 1-3
– Parte 2: capítulos 4-18
– Parte 3: capítulos 19-25
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