Siento haberos hecho esperar cuatro años. Os aseguro que nadie deseaba tanto como yo la llegada del día en que, al fin, pudiese continuar con la traducción de esta (sorprendentemente) magnífica historia. Una historia que está lejos de acabar. Con Stormblood alcanzamos el ecuador. Pero no nos apresuremos en llegar a sus continuaciones, y disfrutemos de todo lo que tiene que ofrecernos la segunda gran expansión de Final Fantasy XIV.
He tratado de mantener la coherencia con respecto a los capítulos previos, pero es posible que notéis ciertos cambios en la forma de hablar de algún que otro personaje. Por ejemplo, Gosetsu, quien parecía un «simple bonachón» en Heavensward, pero ha demostrado ser todo un honorable samurái anclado a viejas tradiciones en Stormblood. Aunque siempre hay excepciones, los habitantes del Lejano Oriente usan términos más formales que los de Eorzea. Por lo general, pongo mucha dedicación en cómo habla cada uno de los personajes, no solo de manera natural, basado en su procedencia y educación, sino, en algunos casos, dependiendo de con quién esté dialogando. Alphinaud, todo un diplomático, trata de «vos» a la mayoría de interlocutores, pero nunca a Alisaie, su hermana, ni a Tataru, su amiga cercana. Sin embargo, dentro de escalafones militares «progresistas», como los Adalides del Cristal, el trato era de «usted», para darles mayor personalidad. Por contra, Aeryal, encarnación virtual de los jugadores, siempre mantiene una forma de hablar distendida y actual. He cuidado ese tipo de detalles. Espero que se aprecie el esfuerzo, y, de paso, que me perdonéis (o, incluso, aviséis) si en algún momento meto la pata.
Como supongo que ya sabréis a estas alturas, Final Fantasy XIV nunca, hasta ahora, ha sido traducido al castellano, por lo que parte de mi trabajo en este libro ha consistido en encargarme, no solo de contar la historia, sino también de traducirla. He decidido, pues creo que lo contrario hubiese sido un error, mantener los nombres orientales intactos. The Black Shroud es el Velo Negro, mientras que Tamamizu sigue siendo Tamamizu.
Espero que os guste. Y, tanto si compráis las guías argumentales como si no, recordad que me hacéis un gran favor difundiendo su existencia.
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