Inauguramos una nueva sección en Makō Sedai, en la que conoceremos en mayor profundidad a los auténticos responsables de la existencia de las novelas, que en ningún caso son los autores, sino los personajes. Sin ellos, lo único que podríamos hacer sería describir un paisaje. Y no hay mejor forma de conocer a dichos personajes que mediante entrevistas, no necesariamente centradas en sus respectivas novelas, sino en ellos mismos.
Quiero aprovechar esta sección para, entre otras cosas, dar voz a personajes que no ocupan papeles protagonistas, pero que no por ello resultan menos interesantes. Con ese objetivo en mente, he decidido que, entre los cientos de personajes que he creado, el primero en someterse a las preguntas de esta nueva sección sea el señor Kukulkán (Mictlan.tv).
Para quienes no te conozcan: ¿cómo te describirías en pocas palabras?
Si pregunta, le dirán que soy el líder de los Mayas, una comunidad férrea en la que sus miembros están dispuestos a dar su vida por los demás. Yo prefiero considerarme una suerte de guía espiritual. Sí, es cierto que siguen mis instrucciones sin cuestionarlas, pero no porque sea su jefe, sino porque me respetan y valoran todo lo que hago por ellos. Necesitan a alguien como yo para sobrevivir entre los muros del Mictlán.
¿Cuál es tu mayor fortaleza y tu mayor debilidad?
Mi mayor fortaleza es la gente que me rodea, por supuesto. Sé cómo crear y mantener lazos de lealtad. Supongo que esa es también mi mayor debilidad, ya que comparto su dolor. Y les aseguro que dolor no falta en un lugar como este…
¿Cuál dirías que ha sido el evento más significativo de tu vida?
Sin ninguna duda, el día en el que los dioses me hablaron. Hasta entonces, había tenido una vida llena de tropiezos. Tenía salud, tenía dinero, tenía mujeres…, pero carecía por completo de un fin superior a mí mismo. Todo cambió cuando los dioses me señalaron el camino. Ellos me pusieron en esta posición y me enseñaron a guiar a las almas perdidas; a la gente que era como yo. Renuncié a todos los bienes materiales, a mi vida anterior, y créame si le digo que jamás me he sentido más realizado.
¿Quién es la persona más influyente para ti?
Es difícil concentrar tantos siglos de historia en una única figura, pero, si estoy obligado a elegir a alguien, me veo tentado a mencionar el nombre de K’inich Janaab’ Pakal. No en vano, es conocido como Pakal «el Grande». Subió al trono con doce años y tuvo el reinado más largo de la historia entre los mayas. Aquella fue una época de absoluta paz y prosperidad. Ojalá pudiéramos decir lo mismo del México actual, ¿verdad? Ni siquiera pido sesenta y ocho años de gobierno competente, como tuvieron en aquella época; me conformaría con sesenta y ocho horas.
¿Cómo manejas los conflictos con los demás?
El diálogo y los buenos modales deben ser siempre nuestras primeras opciones. Somos seres humanos, no bestias salvajes. Pero es cierto que, a veces, la gente se niega a razonar… Bueno, para eso se inventaron las armas, ¿no? Para poner fin a lo que, de otro modo, serían conflictos interminables. Y siempre viene bien encontrar algún que otro voluntario para sacrificios…
¿Cuál es tu mayor anhelo?
Cuando estás en prisión, condenado de por vida, rara vez piensas en el futuro. El ahora ocupa toda nuestra atención. Mentiría si dijera que mi mayor anhelo es salir del Mictlán. No es mal lugar, una vez te acostumbras a él. Mi voluntad es la de los dioses, sus anhelos son los míos. Eso es todo lo que necesita saber.
¿Cuál es tu mayor miedo y cómo lo enfrentas?
He llegado a un punto en la vida en el que no le temo a nada. Todo lo que sucede responde a una voluntad divina. Yo no ocupo esta posición por méritos propios, y si he de morir tampoco culparé a la persona que apriete el gatillo. Eso sí: más le vale apuntar bien, porque no tendrá una segunda oportunidad.
Si pudieras cambiar una cosa en el mundo, ¿qué sería?
La educación. Sí. La educación es cada vez más floja; los jóvenes creen que todo es suyo, que no deben cuentas a nadie… Se están perdiendo los valores de antes, lo que nos hizo convertirnos en lo que somos. Abandonamos nuestras costumbres, nuestras creencias… Se nos vende la idea de la globalización como una mezcla de colores, pero el resultado de mezclar todos esos colores siempre es el negro. Por querer parecernos al resto, perdemos nuestra identidad. Si todos somos iguales, nadie es especial a su manera.
¿Y si pudieras cambiar una única cosa en tu novela?
Me disculpo por adelantado si esto suena demasiado egocéntrico, pero creo que se concede mucho más protagonismo a otras comunidades, mientras que los Mayas quedamos relegados a un segundo… No: a un cuarto lugar, me atrevería a decir. Cualquiera que haya leído Mictlan.tv, o quienes nos conozcan en la vida real, sabrá que los Mayas somos los más auténticos e interesantes de toda la novela.
¿Qué lecciones has aprendido de tus experiencias?
Siempre intento escuchar y aprender, así que podría hacer toda una lista. Pero hay algo que quiero destacar, una enseñanza que me ha dado la vida, y es que todo el mundo tiene su lugar. Una posición que no elegimos nosotros, como individuos. Si te sientes perdido, no te preocupes, porque tarde o temprano encontrarás ese lugar que te corresponde. Y también sucede lo contrario: hay gente con aires de grandeza que, en realidad, no son nadie. El tiempo pone a cada uno en su lugar.
Si pudieras dar un consejo a tu «yo» más joven, ¿cuál sería?
No te obsesiones con bienes materiales y placeres efímeros. No solo no dejan nada en ti, sino que eres tú quien dejas una parte de ti en ellos.
¿Con qué otro personaje de tu novela tienes mejor relación y con cuál peor?
Llevo en el Mictlán casi desde su fundación. Ha pasado mucho tiempo, pero recuerdo aquellos días como si fuera ayer mismo… Tenía un muy buen amigo, alguien en quien creía que siempre podría confiar. Pero nuestros caminos se separaron cuando fundamos estas pequeñas comunidades. Mayas, Incas, Aztecas… Los Mayas fuimos los primeros. Los demás se pusieron esos nombres como una especie de burla hacia nosotros. Hacia mí. Ninguno de ellos es un auténtico inca o azteca, por supuesto. Menuda decepción me llevé con Viracocha… Sí, creo que él es con quien mejor y peor relación tengo. Aunque no por mucho tiempo, creo. Tengo entendido que alguien anda tras su cabeza…
Si tu historia continuara, ¿qué nuevos desafíos o aventuras te gustaría llevar a cabo?
Creo que todo el mundo saldría ganando si los Mayas nos hiciésemos con el control del Mictlán. Bajo mi liderazgo… Mejor dicho: bajo mi guía, la prisión se convertiría en un lugar tan pacífico como lo es a día de hoy el territorio que controlamos. Si le soy sincero, me cuesta comprender por qué hay tantas personas reacias a unirse a nosotros. La libertad no está en vivir alejado de las organizaciones, sino en disfrutar de la protección que estas te brindan.
¿Cómo te gustaría ser recordado/a?
Como un hombre justo, sensato y devoto. Al menos, la gente que me importa; aquellos que me demuestran su lealtad incondicional. Los demás, bueno, me da igual lo que piensen de mí. Solo me interesan sus corazones.
Agradecimiento especial a Gerardo por su ayuda con el idioma.
Llego un poco tarde a la fiesta, pero me parece una idea cojonuda. Me encanta este tipo de ficción tomada como si fuera realidad.
La verdad es que no dejo de preguntarme cómo es posible que no se me ocurriera antes. Más allá de que sea una idea mejor o peor, me pega muchísimo escribir una sección así.
Por cierto, aprecio mucho que aún quede alguien que comenta en el blog en vez de en redes sociales.
En realidad, comento más amenudo en las redes que en el blog más que nada porque siendo que los comentarios en el blog son permanentes, prefiero dejarlos para cuando la entrada me ha llevado a pensar algo más interesante que decir (y me de tiempo a pararme a formularlo de manera inteligible, que tristemente no siempre es el caso )