No es nada habitual que suceda esto, pero coincide que, en la sexta entrega de análisis murrápidos, vamos a dar de lado la ambientación fantástica para visitar tres épocas diferentes del mundo real: la actualidad, en Judgment, la Edad Media, en Assassin’s Creed, y la Primera Guerra Mundial, en 11-11: Memories Retold. ¿Con cuál os quedáis?

Judgment

Compañía: Ryu ga Gotoku Studio (SEGA).
Año de publicación: 2018.
Plataformas: PlayStation 4, PlayStation 5, Stadia, Xbox Series S, Xbox Series X.
Versión analizada: PlayStation 4.

No voy a afirmar que Judgment sea «un juego de estilo similar a Yakuza«. Tampoco voy a limitarme a subrayar que sea «un juego de los creadores de la saga Yakuza«. En ambos casos estaría defendiendo una verdad a medias. Quiero ir un paso más allá: Judgment es un Yakuza de principio a fin.

Tiene su propia historia y personajes, por supuesto. También algunas características propias, no vistas antes en la saga. Pero todo lo demás, incluyendo las localizaciones de la ciudad de Kamurocho y la gran mayoría de su apartado jugable, es un calco exacto de lo visto en varias entregas de su saga melliza. Muy largo y divertido, eso no se lo niego, pero lo considero, cuanto menos, cuestionable en muchos aspectos. ¿Qué porcentaje del mérito le corresponde realmente a un juego que utiliza todo lo que ya estaba hecho en otro? ¿Cómo pretende, así, desmarcarse del nombre «Yakuza»?

Por contra, en el apartado argumental se le pueden poner pocos «peros», más allá de alguna flipada puntual o los clásicos micromachismos (a veces no tan «micro»). Conserva todo lo bueno del estilo Yakuza: narrativa adulta, estilo cinematográfico propio de Metal Gear Solid, mucha intriga, giros de guion, humor absurdo, etcétera. Con todo ello, forma una historia propia que se cimienta en torno a la investigación y resolución de varios asesinatos, lo cual, a mi modo de ver, le otorga un aspecto final más sólido y atrayente.

Que Judgment es un juegazo, no lo dudo ni un segundo. Que le sobra todo el relleno, tampoco. Si quiero jugar a Yakuza, juego a Yakuza. Venga, SEGA, no os durmáis en los laureles.

Assassin’s Creed

Compañía: Ubisoft Montreal.
Año de publicación: 2007.
Plataformas: PC, PlayStation 3, Xbox 360.
Versión analizada: PlayStation 3.

El inicio de esta saga tan prolífica (eufemismo para «sobrexplotada») dio mucho de qué hablar en su día, y no sólo por la tremenda cantidad de bugs, que se hicieron patentes desde el mismo momento de la accidentada presentación del juego. Que me acuerde de ello ya es un mérito que no pienso arrebatarle. De eso, y de Jade Raymond, que estaba hasta en la sopa.

Assassin’s Creed no destaca por su historia, pobre y previsible, sino por su ambientación y jugabilidad. Al menos, en las partes del pasado, ya que todo el argumento transcurre a caballo entre dos períodos temporales muy distantes, aunque interconectados gracias a la máquina Animus. Ese mundo abierto, en la época de las cruzadas, con tres grandes ciudades a explorar, es una de sus mayores bazas. Otra, quizá mi favorita, son los espectaculares y realistas combates. Aunque con una pega: resultan excesivamente sencillos.

A esta gran idea y planteamiento le faltó un mejor desarrollo. Todo lo bueno que tiene se ve en las primeras horas de juego. Después, no queda más que repetir una y otra vez lo mismo, hasta el final, mientras nos aseguramos de esquivar a los guardias, los millones de bugs y el lamentable doblaje castellano.

11-11: Memories Retold

Compañía: Aardman Animations y Digixart.
Año de publicación: 2018.
Plataformas: PC, PlayStation 4, Xbox One.
Versión analizada: PlayStation 4.

11-11 es un juego que invita a tener paciencia. Estuve cerca de abandonarlo al poco de empezar, debido a su jugabilidad tosca hasta decir basta, y a su incómodo y anticuado apartado gráfico. Aguanté únicamente por la historia, que me pareció prometedora. 11-11 nos sitúa en plena Primera Guerra Mundial. Harry, un joven fotógrafo canadiense, y Kurt, un ingeniero alemán en edad de jubilación, se alistan en el ejército por motivos muy diferentes. El primero pretende ganar prestigio (y el amor de cierta dama) sacando fotografías de primera línea de batalla, mientras que el ingeniero parte en busca de su hijo Max, desaparecido durante una misión.

Como ya deberíais saber, a poco que hayáis mirado de lejos un libro de historia, Harry y Kurt se hallan en bandos contrarios. Que ambos sean los protagonistas de 11-11 implica que durante toda la aventura vemos los sucesos de la Gran Guerra desde el punto de vista tanto de aliados como de alemanes, cambiando de un personaje a otro continuamente, a veces de forma obligada y otras con total libertad. Más allá de los ideales políticos de sus países, resulta curioso, y no menos triste, ver cuánto se parecen los soldados de un ejército a los del contrario. Al fin y al cabo, no son más que personas cumpliendo órdenes. Eso lo refleja muy bien.

Con el paso de las horas (pocas, eso sí, porque es cortísimo), la jugabilidad no mejora ni un ápice. Es un horror. Además, los subtítulos desaparecen cada dos por tres. Al apartado gráfico, más o menos, te acostumbras, y puedes llegar a verle el sentido estético. Es como que se muestra borroso por tratarse de recuerdos; o, más bien, de recuerdos contados mediante cartas, ya que es así como funciona la narración de la aventura. Pero sigue sin convencerme. Por suerte, esa «prometedora historia» cumple. A mí, al menos, me ha llegado. La música y el doblaje, con Elijah Wood y Sebastian Koch en los papeles protagonistas, tienen gran parte del mérito.