«-No puede comprar este juego para su hijo, es para mayores de 18 años
-Pero si lo compro yo, si que puedo no?
-… si, si que puede…»
Conversación que he escuchado como cientos de veces en tiendas tipo «Game» y similares.
«-No puede comprar este juego para su hijo, es para mayores de 18 años
-Pero si lo compro yo, si que puedo no?
-… si, si que puede…»
Conversación que he escuchado como cientos de veces en tiendas tipo «Game» y similares.
– Pero es que todos sus amigos lo juegan, mi hijo no va a ser menos.
– Pero no tiene la edad para jugarlo.
– Los otros niños tampoco, y nadie se queja, así que con permiso, voy a comprarlo, mi hijo se merece todo.
Y así, las excusas sobran para comprar el juego del momento.
Es fácil echarle la culpa a los videojuegos o películas pero al final son los adultos los encargados de supervisar y regular el contenido que ven los niños
«-No puede comprar este juego para su hijo, es para mayores de 18 años
-Pero si lo compro yo, si que puedo no?
-… si, si que puede…»
Conversación que he escuchado como cientos de veces en tiendas tipo «Game» y similares.
– Pero es que todos sus amigos lo juegan, mi hijo no va a ser menos.
– Pero no tiene la edad para jugarlo.
– Los otros niños tampoco, y nadie se queja, así que con permiso, voy a comprarlo, mi hijo se merece todo.
Y así, las excusas sobran para comprar el juego del momento.
Es fácil echarle la culpa a los videojuegos o películas pero al final son los adultos los encargados de supervisar y regular el contenido que ven los niños