Ante la insuficiencia actual de RPG por turnos (y mi propia necesidad por ellos), decidí marcar Baten Kaitos como mi próximo objetivo. Un juego cuyas principales virtudes, a priori, eran mi desconocimiento absoluto por su argumento y estilo de juego. Era un gran misterio para mí, este título del que tantas veces había oído hablar, pero únicamente bajo la excusa de ser un juego muy buscado y con alto precio en el mercado de segunda mano.

Así pues, nada más terminar ese videojuego tan entretenido como vacío de espíritu que es Oblivion, di un giro radical dentro del género de los RPG, al toparme con uno de los títulos con más personalidad que he podido ver en mucho tiempo.

Las Alas Eternas y el Océano Perdido

Bajo este subtítulo se nos presenta un RPG por turnos que podríamos definir como de corte clásico, si no fuera porque en vez de luchar navegando entre menús, lo hacemos con cartas. Pero ya hablaremos de eso más adelante.

Podríamos decir que el protagonista de este juego es Kalas, un joven que viaja de isla en isla buscando al asesino de su abuelo y su hermano, un general del Imperio, para vengarse de él.
Al llegar a la isla de Sadal Suud es atacado por unos monstruos y queda inconsciente, pero le rescatan y acaba en un pequeño pueblo, donde conoce a otra “aventurera”, llamada Xelha, cuyo objetivo es evitar que el Imperio resucite a un antiguo Dios llamado Malpercio y blablabla, nada realmente interesante.
Kalas y Xelha unen sus fuerzas para acabar con los planes del Imperio, que está formado por gente muy mala y que disfrutan humillando a los pueblerinos y más cosas que se ahogan en un mar de tópicos.

Sin embargo, hay varios detalles que llaman la atención de todo este comienzo:
Las islas no están sobre el mar, sino flotando en el aire. No parece existir mar alguno, de hecho, pues lo único que hay bajo las islas es un conjunto de nubes conocidas como “Nubes Ponzoñosas”, que matan a todo el que ose acercarse.
Los habitantes de las islas tienen alas, por lo que pueden volar, aunque a nosotros no nos dejan nunca volar y tenemos que ir siempre andando…
Y lo más importante: nosotros no “encarnamos” a Kalas. Sí, lo manejamos, pero no es el papel de Kalas el que desarrollamos en la historia. El jugador es un espíritu guardián que conoció a Kalas tiempo atrás, pero que ha perdido la memoria (?) y no recuerda nada. De vez en cuando intervendremos en la historia, porque Kalas nos hará preguntas y pedirá consejos. El resto del juego manejaremos a Kalas y los demás como en cualquier otro RPG por turnos, pero en las conversaciones tendremos ese papel de espíritu invisible que os comentaba.

Magnus

Todo en Baten Kaitos gira en torno a esta palabra. Los Magnus son lo que anteriormente definía como “cartas”, aunque eso no es exacto del todo.

Una carta simplemente tiene un dibujo, y no sirve para nada más que para jugar o hacer castillos de naipes. Pero un Magnus tiene la capacidad de almacenar la esencia de un objeto, y utilizarlo como si fuese ese mismo objeto. Por tanto, en las tiendas no compramos espadas, sino Magnus de espadas. No nos curamos con comida, sino con Magnus de comida. Etcétera.

Además de los Magnus de combate, también hay Magnus que solo podemos usar desde el inventario (principalmente para restaurar la vida o eliminar estados alterados tipo veneno). Estos se consiguen igual que los de combate, ya sea comprándolos en una tienda o encontrándolos por ahí (cofres, enemigos…). La diferencia es que estos Magnus desaparecen tras su uso, cosa que no ocurre en combate.

Por último tenemos otro tipo de Magnus, que en principio nos darán vacíos, y que podemos utilizar para capturar la esencia de los objetos que queramos. No se pueden usar en combate pero valen para “eventos” y cosas especiales.
Por ejemplo: si un tronco nos impide cruzar un camino y no podemos saltarlo porque esto es un JRPG, la solución es tan fácil como encontrar una chimenea (por ejemplo), capturar la esencia del fuego en un Magnus, y utilizarlo sobre el tronco con el riesgo que ello conlleva de causar un incendio en el bosque. Me parece muy original, cuanto menos.

Estos últimos Magnus tienen otra cosa curiosa, y es que pueden sufrir alteraciones con el tiempo. Si tenemos un Magnus de leche en el inventario y no lo usamos, acabará convirtiéndose yogur, y posteriormente en queso. Hay que tener esto en cuenta durante la aventura, porque puede que en algún momento nos haga falta queso pero no podamos conseguirlo en ningún lado. La solución, como digo, sería conseguir leche y esperar un par de horas, o lo que haga falta, para que se transforme.

Combates

Lo que más me gusta de este sistema de combates es que es por turnos de verdad. Nada de encontrar enemigos que atacan 3 veces en lo que nosotros podemos atacar solo 1. Salvo pequeñas excepciones, pero que se perdonan.

El sistema de combate es muy dinámico, y requiere de rapidez de reflejos para actuar con eficacia. Al principio solo podemos usar un par de cartas por turno, por lo que no hay mucho que pensar, pero más adelante, cuando tengamos más, debemos procurar usarlas en el orden correcto.

Me explico: las cartas tienen uno o varios números en sus esquinas. Con el stick derecho del mando podemos elegir qué esquina usar. Si los números utilizados siguen una progresión “2-3-4…” haremos mucho más daño que si usamos, por ejemplo, “3-6-1”. Pero MUCHO más, es decir que más adelante será algo casi obligatorio. La gracia de esto está en que tenemos 3 segundos para elegir una carta, por lo que de un vistazo rápido a nuestra mano tenemos que saber qué carta elegir para hacer la cadena.

Nuestra mano también irá aumentando con el tiempo. Empezamos con 3 cartas en la mano, y va aumentando según progresemos en la aventura, por lo que la dificultad y la necesidad de rapidez visual también irán incrementando.

Desde el menú, fuera del combate, tenemos que ir formando para cada personaje un mazo lo mejor posible, combinando cartas de ataque, defensa, curación, etcétera. Si durante un combate agotamos todas las cartas del mazo, no pasa nada, en el siguiente turno se vuelve a mezclar el mazo para que podamos empezarlo de cero.

La verdad es que los combates se me han hecho entretenidos de principio a fin, ayudado principalmente por el estilo de mazmorras. Y es que, a diferencia de otros juegos, aquí no se usan las mazmorras para rellenar horas y horas de juego. Baten Kaitos cuenta con mazmorras cortísimas. Si no es el RPG con mazmorras más cortas que existe, poco le faltará.

Salvo dos excepciones, casi al final, con sendas mazmorras bastante lamentables a mi modo de ver… el resto son cortísimas, hasta el punto de llegar a encontrar una mazmorra de 2 “estancias”. Y generalmente de baja dificultad, por lo que los combates serán una pequeña y entretenida parte del juego, no un suplicio al que tendremos que enfrentarnos cada dos pasos (sin mirar a nadie, pero pensando en muchos).

Un juego peculiar

Además de las diversas cosas más o menos originales que ya he comentado, tenemos muchos otros detalles que hacen de Baten Kaitos un juego con personalidad, alejado de lo convencional.

Una mazmorra de otro videojuego, dos búsquedas secundarias que duran lo mismo que el propio juego, la característica ciudad de Mira (que vaya tela…), son algunos de los detalles que, sin entrar en spoilers, más llaman la atención del juego.

La forma de ganar dinero también es muy peculiar. Solo se puede conseguir dinero vendiendo Magnus, ya que los monstruos no sueltan oro. Pero si vendemos Magnus normales, el oro que conseguimos es muy escaso. Lo único que tiene buen precio son las fotos, que podemos conseguir utilizando la cámara de fotos en el combate. Cuando nos toque el Magnus «cámara», hacemos una foto del enemigo, y después del combate conseguimos su foto. Esperamos a que se revele y la vendemos. Nada complicado, pero muy original. Tranquilos, que con hacer una foto de vez en cuando es más que suficiente.

El doblaje inglés es satisfactorio, aunque tampoco es un juego muy exigente en este aspecto. Está subtitulado al castellano.

La banda sonora no es especialmente destacable en su conjunto, aunque tiene algunos temas sueltos memorables.

De más a menos

Cuando nos dedicamos exclusivamente a ir de un lado para otro intentando descubrir qué es lo que pasa, el juego es muy entretenido. Pero a medida que se va destapando el misterio, y especialmente desde que sabes lo que pasa hasta el final, el juego baja muchísimo su calidad. Se hace largo y pesado. La segunda mitad estropea en parte el buen trabajo de la primera.

¿Por qué? Bueno, pues porque ya nos encontramos con mazmorras sin mucho sentido que parecen estar para alargar la duración (que pasa en muchos juegos, pero no aquí hasta el final), con giros de guión absurdos, con motivaciones de personajes sin ningún sentido, y con situaciones en general mal planteadas.

Tenemos esos casos en los que Kalas mira a pantalla para pedirnos nuestra opinión, pero luego se la pasa por el forro. No puedo olvidar el momento en el que Kalas me preguntó «si ir a A o a B». Yo le dije «ir a B», a lo que Kalas me respondió «no, mejor ir a A». Entonces para qué me preguntas. La falsa libertad queda fatal.

Si habéis jugado, no sé que opinaréis de esto (SÚPER SPOILER A CONTINUACIÓN):

Son detalles (algo más, opino yo, pero bueno) que estropean completamente la experiencia de juego. Si hubiese durado la mitad, estaría hablando de un juego enormemente entretenido de principio a fin. Pero es que el segundo disco se supone que es más importante por el tema argumental, y lo que me he encontrado son pegas cada dos por tres.

Quitando estas contrariedades, nos encontramos con un RPG muy adictivo, bien trabajado y, sobre todo, original.